Existe un mar salvaje y una selva inhóspita.
Las olas cantan y las palmeras rugen.
Allí la vida es pausada, cada anochecer es un regreso a la conexión ancestral.
Dicen que nos sentimos muy bien dentro de la naturaleza porque pertenecemos a ella y ella
está en nosotros.
La naturaleza es sabia.
Sabe calentar con el sol.
Sabe mojar con las nubes.
Sabe entregar alimentos con la tierra.
Un día aprendimos a abrir las manos para recibir su sabiduría.
Aprendimos a mezclar vegetales y frutas y a extraer sus poderes: los volvimos zumos. Dentro
de ellos hay vitalidad, bienestar, sanación, memoria, calma. Son una dosis de energía.
Disfrutarlos es recuperar nuestro estado más puro.
¿Por qué insistir en otros trucos cuando la naturaleza es la maga?
Haz una pausa, y escucha: es tu cuerpo agradeciendo.